Cualquiera que haya trabajado alguna vez en el mundo de la informática, sabrá que las siglas API corresponden al acrónimo en inglés de Application Programming Interface. Y sin embargo, ¡ahora el término resucita para colocarse en la cresta de la ola en nuevas tendencias!
¿Qué es un API?
Hasta hace solamente unos pocos años, el término API era acuñado solamente por técnicos. Se refería a la capacidad de un programa o producto para ser más o menos automatizado desde otro programa. El API era una, de las muchas características técnicas del producto principal. Luego llegan los servicios web, otro término usado solamente por técnicos. Con ellos, se da un paso adelante para integrar aplicaciones de forma mucho más estándar. Y cómo funcionan sobre Internet, la integración no tiene límites de distancia, y unos costes de comunicación muy bajos.
Por último, y en muy pocos años, los teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles arrasan el mercado de consumo. Cada hogar, y casi cada individuo, pose uno de estos dispositivos capaces de ejecutar aplicaciones de toda índole. Probablemente este es el primer paso de la IoT (Internet of Things). Afortunadamente, los servicios web ya están inventados, así que las aplicaciones móviles, como WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram, etc., hacen un uso masivo de ellos para implementar servicios integrados. Aparecen muchos servicios web publicados para ser usados casi exclusivamente desde aplicaciones en dispositivos móviles. En este contexto, es cuando surge el concepto de API Economy.
¡Bienvenido a la era del API Economy!
Desde el punto de vista técnico, está estrechamente relacionado con los servicios web. Sin embargo, la gran diferencia respecto a los vocablos anteriores, es que no se trata de un término puramente técnico, sino ¡un término de marketing y gestión! La API Economy, entiende que un API es un conjunto de servicios web públicos que ofrecen una funcionalidad concreta. Pero no se para aquí, sino que entiende que el API puede ser un producto en sí mismo. Ya no se trata de una característica técnica secundaria, sino de un elemento independiente, que puede generar sus propios beneficios.
Este cambio de enfoque obliga a gestionar los APIs de forma totalmente distinta. La gestión de los APIs ya no atañe exclusivamente al técnico aislado que los implementó, sino al conjunto de la organización. El API debe planificarse y desarrollarse según un modelo de negocio, igual que cualquier otro producto o servicio. Debe responder de forma clara a unos criterios de diseño, uso, calidad y retorno de la inversión.
Actualmente existen numerosos ejemplos de APIs. Los servicios Cloud de Amazon por ejemplo, generan ingresos por sí mismos. Son uno de los ejemplos más claros de API como producto. Otras compañías utilizan APIs con objetivos totalmente distintos, como FedEx: sus APIs permiten integrar el control de mercancía en los sistemas de sus clientes. En este caso el beneficio no es directo, sino indirecto en forma de creación de barreras de entrada para sus competidores.
La receta para un buen API
Es el momento de diseñar un nuevo API. Al igual que cualquier otro producto, antes de pasar al estadio técnico, será necesario definir su rol y objetivos dentro del modelo de negocio de la compañía. Algunos puntos que hay que tener en cuenta en esta fase de diseño son:
- Beneficio que debe aportar el API. Puede ser un beneficio directo, generando ingresos, o indirecto, complementando otro producto o servicio.
- Tipo de desarrollador del cliente. El API puede ser consumido por la comunidad de desarrolladores global, o por partners, o incluso puede estar destinado a la red de delegaciones de la propia compañía. El tipo y el grado de control sobre el desarrollador marca por completo la forma de documentar, promocionar y gestionar el API (seguridad, cuentas, ciclo de vida, etc.)
- Tipo de aplicaciones cliente. Desde teléfonos inteligentes a grandes aplicaciones empresariales, pasando por Tablets, SmartTVs, Webs, WebShops, B2B, etc.
A nivel técnico, un API público precisa de una plataforma digital capaz de gestionar las siguientes áreas:
- Autentificación, autorización de recursos, confidencialidad
- Análisis y monitorización de su uso
- Gestión de la prioridad de acceso, en función del tipo de contrato, etc.
- Gestión de ciclo de vida y control de versiones
- Documentación y ejemplos
- Plataforma de test
- Gestión de cuentas
Conclusión
En los últimos años los servicios web se han ido expandiendo de forma continua. Con ellos, se abre un nuevo canal y llegan nuevos modelos de negocio: la API Economy. Las compañías deben tener en cuenta los APIs como un posible elemento más de su estrategia, igual que en su momento incorporaron Internet. La API Economy solo ha dado sus primeros pasos. Todavía están por llegar sus aplicaciones más prometedoras, como la Internet of Things (IoT).
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