gestion de crisis
13 Jun. 2022

Gestión de crisis. ¿Y si fuese necesario estar dispuesto a pagar un precio por aquello que queremos preservar?

 

En un momento de gestión de crisis, o en cualquier otro, liderar es querer transformar la realidad que nos rodea, poniéndonos al servicio de un bien mayor. Y querer es comprometerse, pagar un precio para conseguir aquello que queremos. Querer es actuar… No nos bastará con desear la paz, habrá que quererla…

Desear no implica compromiso, tan solo anhelo. Y, por contra, querer significa estar dispuesto a pagar un precio, a sacrificarse en pos de conseguir que algo acontezca o deje de acontecer con la contribución de mi propio esfuerzo.

Así, tanto si hablamos de liderar una transformación digital y/o cultural o de hacerlo durante la gestión de una crisis, la pregunta no es si deseamos liderar esos procesos de cambios o esos acontecimientos, sino si queremos hacerlo. En otras palabras, si estamos dispuestos a comprometernos, a pagar un precio, a hacer cosas concretas con una determinada intención, con un propósito.

Cuando me he sentado a escribir este artículo, enmarcado en la colaboración entre Ekon e IfTL, dos entidades enfocadas a prestar servicios a otras empresas tanto en lo que se refiere a transformación digital como a transformación cultural, no he podido (ni he querido) distanciarme de la realidad que nos rodea. 

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La gestión de crisis, más allá de la empresa

Desde que iniciamos nuestra colaboración hemos convivido con la pandemia (una gestión de crisis, no de un proceso de transformación, como ya hemos comentado en otras ocasiones) y con el impacto que esta ha tenido en los individuos, las familias, las organizaciones, los profesionales sanitarios y la sociedad en general. 

Aun en estas condiciones, hemos mantenido el rumbo hacia alentar a las personas a iniciar procesos de transformación que ayuden a los individuos y a las compañías, no solo a impulsar su crecimiento individual y el éxito de sus organizaciones, sino también a disfrutar de los procesos de cambio y de transformación como lo que realmente son: unas oportunidades magníficas de crear un futuro mejor y diferente, más inclusivo y sostenible.

Y, sin embargo, en esta ocasión quisiera escribir desde otro sitio. Con el permiso del equipo de Ekon, quisiera escribir desde el hecho de nuestra convivencia con una guerra en suelo europeo, a escasas horas de nuestras casas. Y lo haré desde el área en la que nos situamos nosotros (los equipos de Ekon y de IfTL), es decir, desde el liderazgo y la transformación.

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No es lo mismo querer algo que desear algo.

“Desear”, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, puede ser definido, entre otras, de estas dos maneras:

  • “Aspirar con vehemencia al conocimiento, posesión o disfrute de algo.”
  • “Anhelar que acontezca o deje de acontecer algún suceso.”

Por el contrario, “querer” se define de las siguientes formas:

  • “Tener voluntad o determinación de ejecutar algo.”
  • “Resolver, determinar, pretender, intentar, procurar.”

En el contexto en el que estoy escribiendo estas líneas quiero destacar la diferencia entre “desear la paz” o “querer la paz”; y entre “desear la democracia” y “querer la democracia”. 

Desde mi perspectiva y como comentaba, desear no implica compromiso, tan solo anhelo y satisfacer mis ensoñaciones e impulsos. En cambio, querer significa estar dispuesto a pagar un precio, a sacrificarse en pos de conseguir que algo suceda o deje de suceder gracias, al menos en parte, al esfuerzo que uno mismo haga. 

Así, tanto si hablamos de liderar una transformación digital y/o cultural o de gestionar una crisis (como la pandemia, sometidos a una gran presión repentina y con información incompleta o, incluso, incorrecta) la pregunta no es si deseamos liderar esos procesos o esos acontecimientos, sino si queremos hacerlo. Dicho de otra forma, si estamos dispuestos a comprometernos, a pagar un precio, a hacer cosas concretas con una determinada intención, con un propósito.

No me considero capacitado para sugerir cursos de acción a gobernantes y líderes para el tipo de gestión de crisis que tienen entre manos, seguro que me falta información y experiencia para acometer tal desafío. Pero sí me atrevo a decir que, cada uno de nosotros, desde la poca o mucha capacidad de influencia que tengamos, sí que podemos querer transformar la realidad que nos es contemporánea. Y, si así lo queremos, solo nos queda actuar

Para lo que pudiese servir, yo quiero la paz y la democracia para nuestros hijos y para nuestros contemporáneos… A ver si, entre todos, lo conseguimos…

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Ruben Llop