La Era Digital aporta grandes ventajas y grandes retos a las organizaciones. Una de las ventajas más importantes es que reduce su dependencia de los activos físicos (oficinas, mobiliario, equipamiento), para generar valor. Esto provoca que su cotización gane enteros, hasta cuatro veces por encima que las organizaciones tradicionales. Hoy, lo que realmente importa por encima de todo, son los activos intangibles (clientes, talento, propiedad intelectual), y el rendimiento que de ellos obtienen sus accionistas. Sin embargo, este cambio de paradigma exige un nuevo responsable financiero que no solo se adapte a los cambios, sino que los afronte y ante todo los lidere con actitud positiva y mentalidad abierta.
Los análisis indican que el 80% de la capitalización bursátil de las compañías del índice Standard & Poor’s 500 corresponde a la valoración que se hace de sus activos intangibles (frente al 17% que representaba en 1975), este hecho es una clara prueba de que el grueso de las compañías competitivas mundiales se convertirá próximamente en negocios digitales si es que ya no lo son en la actualidad.
Esto sitúa a los CFOs ante su reto más relevante, más allá del sector en el que actúen. Deben ser el motor de una transformación que lleve a sus organizaciones hacia este nuevo orden digital. Y para ello, debe entender e impulsar este paradigma, crear valor a partir de estrategias y decisiones que tienen un alto componente tecnológico, pero sin dejar de lado el componente comercial y humano. Debe convertirse en parte activa y agente fundamental y principal de este cambio.
Para ello, dispone de grandes instrumentos, como su panorámica general de los mercados y de su propio negocio, de los datos y cifras comerciales, de las herramientas de análisis para detectar oportunidades y amenazas, de sus procesos comerciales, costes y barreras, todos ellos, datos que pueden ser aprovechados para realizar análisis predictivos que detecten tendencias, recursos en la nube que compartir y aprovechar para eliminar silos funcionales…
Pero también debe afrontar un cambio personal, de su propia función y rol en la organización. Sus conocimientos, habilidades y capacidades tienen que potenciarse. Formarse de forma continua y conocer las mejores prácticas en su sector y actividad, las tecnologías disponibles, las estrategias posibles.
Como subrayan los análisis de Gartner, el 76% de las organizaciones ya están aprovechando la movilidad, la nube y las herramientas de análisis de negocios y aplicaciones integradas de administración financiera y planificación, para su operativa diaria. Esta profunda transformación del modelo operativo debe acompañarse de un cambio profundo de mentalidad, impulsado por un fuerte liderazgo de toda la junta directiva, incluido el CFO, que creen las condiciones propicias para afrontarlo.
Profundizar en sus activos intangibles y comprender totalmente el verdadero potencial de su negocio, en esta transformación digital en la que el talento es el gran valor que hay que proteger. Captarlo y retenerlo será con seguridad una de las piezas clave de este nuevo tiempo, en el que el flujo de caja procederá, no tanto de las transacciones puntuales, como en otras formas de ingresos, por suscripción o cuota mensual.
Todos estos cambios serán financiados por un nuevo CFO mucho más involucrado en la operativa diaria, consciente de los retos a afrontar y con capacidad de análisis para ofrecer respuestas a los nuevos desafíos que se plantean y como no, a los que quedan por venir.
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